Si no fuera por la pasión que despierta el béisbol, y la atención que genera el fútbol, el softbol sería el deporte más popular de Cartagena. “La bolita de caucho, de trapo, el bate de tapita y otros deportes que se practican a diario en la ciudad y su periferia, tienen asidero en el softbol, así algunos no lo acepten”, con estas palabras argumenta su tesis Alejandro Lián, administrador del estadio de softbol Argemiro Bermúdez Villadiego.
Con cara de viejito bonachón, está rodeado de trofeos, uno de ellos de casi 2 metros, y sentado en una rústica silla de madera, frente a un escritorio no muy grande del mismo material. No me mira a los ojos, tiene la mirada y la concentración puesta en una pequeña farmacia que hay en un bolsito, “son las pastillas pa’l corazón”, dice mientras levanta un poco la mirada hacia mí y sonríe.
No paro de mirar las fotos, a mi me gusta el deporte y no veo casi softbol, pero por lo menos en todo lo que he leído antes de estar en este lugar debería reconocer a alguien. Pero realmente no tengo ni idea de quienes son. Alejandro, entre risas me dice que son esos personajes anónimos que a diario llegan al estadio a darle un sentido a sus vidas, es una especie de “hall de la fama” del Argemiro Bermúdez.
A mi pregunta del estadio sólo atina a decirme que es como su segunda casa, información que complementa los datos que yo tenía, sabía que era el administrador desde 1998, pero no que pasaba allí más de 14 horas al día, que llegaba desde las 4 o 5 am y se iba a las 8, que varios de sus 9 hijos llegan a ese lugar durante todo el día a saludarlo, a buscar dinero, e incluso en algunos casos a almorzar.
La tranquilidad del momento se interumpe con un ruido que al parecer sale de afuera, nuevamente y sin quitar la vista de sus pastillas, Lián me explica que hay un partido de jubilados, y que la voz corresponde al anunciador del estadio, el “Tony Stereo”, que lleva años dedicado a narrar los partidos en el Argemiro Bermúdez. Luego de su introducción remata diciendo: “Está jodido, siempre le he dicho que tiene una gran voz, pero no se cuida”.
Por fin se toma algunas pastillas, y tratando tal vez de ponerle jocosidad al asunto me dice que no ha podido comprar el organizador. Luego entendería que es un aparatico para clasificar las pastillas que se toma. Me gustaría conocer sobre la historia de este escenario, le comento, pero me interrumpe diciendo que la historia no es importante, sino el significado que tiene el Argemiro Bemúdez para un puñado de asiduos practicantes y fieles seguidores.
Salimos de la oficina, se experimenta una cambio radical, ya que auqnue ventea con fuerza en la zona del estadio, no alcanza amitigar la alta humedad cartagenera, ni mucho menos igualar la sensación de frío artiicial que se vive en la oficina de Lián. Recorremos los camerinos, bastante amplios, por techo tienen las gradas y unos portones en hierro pintados de azul nos dan la bienvenida y nos despiden.
Lián transmite seguridad, se nota que conoce lo que habla, y con propiedad relata en nuestro tránsito hasta las tribunas que el Argemiro Bermúdez es escenario de todos los torneos de softbol de la Liga de Bolívar y de los campeonatos que hacen los jubilados. Al llegar a las tribunas deja entrever que no le gustaron las remodelaciones que se le hicieron al estadio para 2006, y remata entre risas su comentario diciendo “pero ajá, eso ya es fuerza mayor”,
Las gradas hacen pensar dos cosas: o no están muy trajinadas, o el mantenimiento es excelente. Están compuestas por placas de concreto una tras otra, hay cerca de 12 filas componen la totalidad de la tribuna, y para los que hemos pisado otros escenarios, ejemplo el Jaime Morón de fútbol, resulta fascinante el gris limpio que reflejan dichas placas. Además también es admirable ver las barras separadoras en la tribunas completamente azules, sin rasguños ni daños.
No hago ningún comentario de la sorpresa que me produjo la pulcritud del escenario, pero estoy obligado a preguntar cuántas personas caben sentadas aquí, Lián, con su acostumbrado buen humor responde casi que automático: “el IDER (Instituto Distrital de Recreación y Deporte) dice que 4.150, pero yo creo que caben menos, unas 3.500”, y remata , como cosa rara, con una risa.
Ahora caminamos a la parte alta del escenario, pisando las pulcras placas de concreto nos dirigimos a las cabinas, al entrar me doy cuenta que de cabinas solo tienen el nombre, más bien podrían ser unos cuartos útiles de alguna nueva construcción o los famosos san alejo de las casas antiguas. Lián parece pensar lo mismo que yo, y con su acostumbrada sorna se limita a decirme que son las cabinas, donde ‘intentan’ acomodorse los periodistas, y donde “Tony Estero” establece su sede.
Cordialmente mi sextuagenario interlocutor me invita a dar un paseo por la grama, por lo menos desde arriba la veo en muy buen estado, pero es sabido por nosotros los aficionados que la grama se califica cuando se le pisa y no cuando se le mira. Camino al campo o field, como lo llaman los peloteros, Lián me explica que la grama fue cambiada en 2006, igual que todo el estadio, que ahora es de primer nivel, que los agrónomos la llaman ‘grama tipo bermuda’, y que de todo el estadio es lo que más se cuida.
Y pues Lián no se equivocaba, al pisar la grama instivamente pienso en el estadio del fútbol, pero no me atrevo a emitir ningún juicio, tal vez el mal estado del Jaime Morón se debe al continuo uso y no al descuido. Mi entrevistado se explaya en elogios a la grama, se le nota el orgullo que siente, y no lo culpo, de verdad está muy bien cuidada y el se puede jactar de eso, al fin y al cabo es el administrador.
El estadio Argemiro Bermúdez: La casa de Alejandro Lián
miércoles, 21 de abril de 2010
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